Hoy, hace 20 años, Rayados conquistó su segundo título de Liga. La magnitud del festejo masivo que se vivió en la ciudad tras esa conquista confirmó lo importante que fue aquel título y lo difícil que fue obtenerlo.

Previo a la Final del Clausura 2003, Rayados llevaba 17 años sin ser campeón y 10 años sin llegar a una Final.

En mayo de 1993, el Monterrey se quedó cerca del título y, aunque todo hacía pensar que el equipo llegaría pronto a otra Final, lo cierto es que el equipo se fue alejando de esa posibilidad conforme los problemas de pantalón largo que el club vivió en la segunda mitad de los 90 se extendieron a la cancha.

 

 

 

El equipo tocó fondo en lo deportivo en mayo de 1999. Semanas después, la empresa FEMSA logró entrar al rescate del equipo e inició así una reestructuración administrativa y deportiva.

Los resultados no serían inmediatos, pero la mejoría del equipo fue constante y firme. El año futbolístico 2000-2001 marcó el regreso del equipo a la Liguilla y a los primeros lugares gracias a la mano de Benito Floro. 

Para el año 2002, una nueva directiva encabezada por José González Ornelas, Jorge Urdiales y Luis Miguel Salvador intentaba armar un plantel competitivo.

En el verano de ese año, la directiva logró una sonada contratación: la del célebre técnico argentino Daniel Alberto Passarella. El liderazgo de un personaje como Passarella sería clave para imprimirle al Monterrey ese sello ganador que se requería.

 

 

Passarella llegó con todo su cuerpo técnico en el que se encontraba también Alejandro Sabella. Entre ellos fueron armando su plantel y a la base de jugadores que ya se tenía,  Jesús Arellano, Héctor Castro, Paulo César Chávez, Flavio Rogério, Argemiro Veiga y Antonio De Nigris, entre otros, se integraron tres refuerzos estelares solicitados por el “Káiser”: Pablo Rotchen, Walter Erviti y Guillermo Franco.

En el Apertura 2002, el primero bajo el mando de Passarella, el equipo no logró clasificar a la Liguilla, pero le sirvió al cuerpo técnico para conocer el futbol mexicano y al plantel con el que contaban.

Para el Clausura 2003, salieron del equipo Veiga y De Nigris, pero en su lugar llegaron Luis Ernesto Pérez y Álex Fernandes, provenientes del Necaxa y el Morelia, respectivamente.

El arranque del Clausura 2003 fue espectacular para los Rayados, al ganar cuatro y empatar uno en los primeros cinco juegos de la temporada.

La primera derrota llegó en la jornada 6, en la visita a Toluca. Tras ello, parecía que el equipo se estancaba porque el Monterrey no volvió a ganar, sino hasta la fecha 13, cuando venció 3-0 a los Tecos de la UAG.

A pesar de que el equipo no ganó un partido en un lapso de siete jornadas, es de destacar que solo perdió dos de esos siete partidos, que la defensa central, integrada por Pablo Rotchen y Flavio Rogerio, mejoró sensiblemente, y que el equipo logró recuperar a jugadores estelares lesionados, como Jesús Arellano.

 

 

De la jornada 13 a la 19, es decir, en los últimos siete partidos, el Monterrey ganó cinco, empató uno y perdió uno. El equipo cerró la temporada motivado ganando los últimos tres juegos, incluyendo uno de visita en Torreón que sería fundamental tanto en lo anímico como en lo deportivo, y en el que destacó la figura del portero Ricardo Martínez.

Al terminar la fase regular, los Rayados se ubicaron en el tercer lugar de la tabla general, con 34 puntos, un récord hasta ese momento en la historia del club en torneos cortos. 

La Afición terminó muy conectada con el equipo, y desde la tribuna cantaba: “¡Volveremos, volveremos, volveremos otra vez, volveremos a ser campeones, como en el 86!”. Con esa motivación, el Monterrey se preparó para la Liguilla.

En Cuartos de Final, La Pandilla eliminó al Atlas. Primero, en la Ida, y a pesar de tener a Rotchen suspendido, los Rayados regresaron con el empate de 1-1 gracias a un gol de Ismael Rodríguez.

En la Vuelta, en el Estadio Tecnológico, Rayados se puso adelante 2-0 con dos grandes goles del Guille Franco, que ya comenzaba a convertirse en ídolo.

El Atlas reaccionó y consiguió emparejar el marcador. Entonces apareció el joven canterano Iván Elliott Huitrón para combinarse con Erviti por la banda izquierda, entrar al área, fusilar al portero y conseguir su primer gol en Primera División, el cual le daría el pase a Semifinales al Monterrey.

 

 

En la Semifinal, Rayados enfrentó a Tigres. Nunca antes el Clásico Regio se había disputado en esa instancia. El 4 de junio de 2003 se escribió una de las victorias más recordadas por la Afición Rayada, cuando el equipo de Passarella prácticamente amarró su pase a la Final al vencer como visitante 4-1 a Tigres. Otro doblete de Franco y goles de Arellano y Omar Avilán sentenciaron la serie.

En la Vuelta, Rayados cayó 2-1 al tener que jugar casi todo el partido con un jugador menos, tras la expulsión del “Tilón” Chávez. A pesar de ello, el equipo avanzó a la Final sin grandes dificultades. 

De esta manera, el Monterrey regresaba a la Final del futbol mexicano, tras una década de ausencia. Su rival sería el Morelia, equipo que fue líder general del torneo y era el subcampeón vigente.

El partido de Ida de la Final se disputó el 11 de junio de 2003 en el Tecnológico.

La alineación empleada por Passarella fue: Ricardo Martínez; Ismael Rodríguez, Pablo Rotchen, Flavio Rogerio y Elliott Huitrón; Héctor Castro, Luis Ernesto Pérez y Walter Erviti; Jesús Arellano (César Adame, 91’), Guillermo Franco y Álex Fernandes (Omar Avilán, 72’).

 

 

Muy temprano en el partido, cuando ni siquiera se había cumplido un minuto de juego, Walter Erviti abrió el marcador aprovechando un descuido de la defensa moreliana.

Iniciando el segundo tiempo, en el minuto 47, Guillermo Franco amplió el marcador al rematar de cabeza un tiro de esquina cobrado por Jesús Arellano.

En el minuto 58, el árbitro señaló penal a favor del Monterrey, luego de que el defensor argentino Darío Franco derribara dentro del área a Luis Ernesto Pérez. El penal lo cobró de manera eficiente Héctor “Pirata” Castro, para poner el 3-0 que prácticamente definió la serie. En tiempo de compensación el Morelia descontó para que el marcador terminara 3-1.

La Afición sabía que el sueño estaba cerca y salió del estadio cantando de alegría. Con esa misma emoción, cientos de aficionados acudieron en caravana a acompañar al equipo al aeropuerto días después, previo al viaje del equipo a Morelia.

El apoyo decidido de la Afición sería clave para motivar a los jugadores. Lo mismo ocurrió en el partido de Vuelta, en el que miles de aficionados rayados se hicieron presentes en el estadio rival.

 

El partido decisivo de la Final se jugó el sábado 14 de junio de 2003, a las 20:30 horas, en el Estadio Morelos de la capital de Michoacán.

La alineación que el director técnico Daniel Pasarella envió a la cancha fue: Ricardo Martínez; Paulo César Chávez, Pablo Rotchen, Flavio Rogerio e Ismael Rodríguez; Héctor Castro, Luis Ernesto Pérez, Walter Erviti (Elliott Huitrón, 65’) y Jesús Arellano (Jesús Mendoza, 89’); Guillermo Franco y Álex Fernandes (Omar Avilán, 56’).

El partido fue muy cerrado. El Morelia intentó por todos los medios abrir la bien plantada defensa rayada sin conseguirlo. Pablo Rotchen fue un caudillo en la central que prácticamente nulificó a los delanteros rivales.

El portero Ricardo Martínez también salió inspirado y no dejó pasar ni el aire. Finalmente, el árbitro Marco Antonio Rodríguez decretó el final del partido y el Monterrey se coronó campeón del futbol mexicano.

 

De esta manera, terminaron 17 años de sequía y provocaron que la ciudad se desbordara de felicidad por el campeonato. Más de medio millón de personas acompañaron al equipo en el desfile de la victoria al día siguiente por entre las principales avenidas de la ciudad.

Sin duda, aquel título es uno de los momentos más recordados por la Afición del Monterrey. Es un campeonato que costó años de esfuerzo y que abriría las puertas de una nueva era mucho más exitosa para el Club de Futbol Monterrey.

Alberto Barrera